11/07/2023 • Lectura de 6 minutos

Dos preguntas para los artistas de Haworth DesignLab

Descubre sus diversos puntos de vista sobre la oficina y quiénes les inspiran

por Haworth, Inc.

Haworth DesignLab fue concebido para aportar ideas nuevas, diversidad en el diseño y comodidad en el día a día mediante la colaboración con diseñadores y artistas de gran talento. Este colectivo va más allá de nuestro sector para encontrar oportunidades de innovación en este mundo siempre cambiante y, con ello, desafía las expectativas y establece nuevos estándares para nuestros espacios de trabajo.

Haworth Design Studio ha colaborado con Patricia Urquiola para seleccionar a cinco participantes de Haworth DesignLab, así como conceptos de carácter experimental y centrados en el futuro. Estos cinco artistas y diseñadores emergentes aportan a esta iniciativa sus diseños gráficos, artísticos, esculturales, de interiorismo y de productos por medio de experiencias inesperadas, emotivas e inmersivas:

  • Bradley L Bowers
  • Brian Wooden
  • Eny Lee Parker
  • Maximiliano Rosiles
  • Chrissy Fehan de Pophouse

Para conocerles mejor, nos sentamos a charlar con cada uno de estos diseñadores. Descubrimos sus historias personales y sus orígenes, y profundizamos en sus perspectivas de diseño únicas.

Además, les pedimos que nos contasen sobre su visión personal de la experiencia en la oficina, así como sobre las personas que les sirvieron de inspiración. Sus respuestas ponen de manifiesto la diversidad de pensamiento que estos artistas emergentes aportan al colectivo de Haworth DesignLab. 

P: ¿Has trabajado alguna vez en una oficina? ¿Cuál es tu opinión de las oficinas en general?

Bradley L Bowers:  Tuve unas cuantas experiencias en oficinas cuando empecé como diseñador profesional. Aún no me había graduado cuando me dieron la oportunidad de realizar una cooperación en Cincinnati. Era un grupo muy pequeño de diseñadores. Aunque estábamos en cubículos, siempre estuvimos en la misma pequeña zona, en la que se podía merodear y acercarse a los cubículos de los demás. Era una zona comunitaria.  

Después de eso, trabajé para una destacada empresa de diseño en la marca de sus grandes almacenes. Dado que era su marca más centrada en lo económico, no nos encontrábamos en la sede principal, donde había escaleras de caoba y alfombras de terciopelo —es muy lujosa—. Nuestra oficina estaba al otro lado de la calle. Éramos lo que yo llamaba “los inadaptados”, porque el espacio parecía como el de una especie de prisión. De todos modos, éramos un grupo pequeño de personas. Aunque el entorno era un poco deprimente, la energía del espacio hacía que no fuese una auténtica pesadilla.   

Después, justo antes de que comenzase con mi propio estudio, trabajé para una empresa de mobiliario de Ecuador a las afueras de Miami. Ese ha sido el espacio más alejado a los “cubículos de oficina” en el que he estado. Básicamente, era un showroom con un diseñador sentado al fondo. Estábamos rodeados de muebles a la venta. Los clientes entraban y salían, mientras yo estaba sentado frente a mi ordenador diseñando la nueva colección.   

Por último, trabajé como director creativo y de marca para dos hermanos suecos que tenían una empresa de traslado y envío de arte en Miami. Trabajaba sentado en el almacén. Los transportistas sacaban cuadros del camión, los envolvían y los expedían, mientras yo estaba sentado frente al ordenador desarrollando mi trabajo creativo. En fin, creo que he abarcado todas las posibilidades de espacios peculiares en los que trabajar.  

Brian Wooden:¿De las oficinas en general? ¿El típico “espacio de oficina”? Trabajé en una durante mis prácticas en empresa. Creo que fue en mi último año de universidad. Era una agencia de publicidad. Me encargaba de hacer todos los gráficos animados. Era una de esas oficinas tan aburridas que para poder decir que son divertidas colocan unas cuantas pistolas de juguete y ya está. Era la oficina más básica y convencional que te puedas imaginar.

No tengo mucha experiencia en oficinas, así que en mi mente tengo esa idea de espacio dividido. Pienso directamente en esa luz fría, en cubículos… Todo muy aburrido. Luego están todas estas grandes empresas tecnológicas que construyen nidos para pájaros y casas en árboles en medio de los espacios de oficinas, para convertirlos en entornos que resulten divertidos con estrategias así. Tiene sentido que estas empresas intenten que el personal esté más interesado en estar en estos espacios, ya que pasan una gran parte de sus vidas en ellos. Ilusiona mucho ver algo así.   

En mi trabajo, la respuesta está relacionada con mi niño interior. Por eso gran parte de mi trabajo es tan alegre, con colores primarios muy llamativos —casi los de las piezas de construcción para niños—. Intento recrear esa sensación de ser un niño pequeño e improvisar con estas piezas de construcción; apilarlas sin saber realmente lo que estoy haciendo. De repente, tienes ante ti una construcción enorme y superoriginal. Era algo muy emocionante para mí cuando era pequeño. Mi fuente de inspiración es en gran medida eso. Si pudiera incorporarlo en un espacio, sería superemocionante. Sería un espacio donde querría pasar mucho tiempo. Y, si yo quiero pasar tiempo en ese lugar, es probable que otras personas también lo deseen. Se trata de cómo abordas el espacio, y de la intersección de las relaciones y las personas que ocupan ese espacio.   

Para estas empresas con una enorme cantidad de dinero y espacios de oficina en los que las personas necesitan estar todo el tiempo, hay que tener en cuenta la funcionalidad y la diversión —ese equilibrio entre el yin y el yang—. Podemos realizar un diseño completamente ergonómico y optimizarlo en torno a la productividad de los recursos humanos, y pintar las paredes de un color que se haya comprobado que mejora las funciones cognitivas, por poner un ejemplo. Eso sería el yin. El yang sería este espacio básico con cabida para la expresión creativa, donde hay instrumentos, juguetes y juegos con los que entretenerse. Disponer de un poco de yang aportaría equilibrio.   

Yo apostaría por un poco más de yang, para que los espacios resulten divertidos. Hay que trabajar, pero sienta bien estar rodeado de un espíritu alegre, ¿verdad? Convertirlo en un patio de recreo para adultos. Creo que las personas se están dando cuenta de que la oficina no debe ser un espacio sobrio de cubículos; que la oficina no debe ser un lugar tan serio. Uno se puede divertir más en ella. Si las personas tienen ganas de estar en ese espacio, van a tener más energía, y esa energía se puede invertir en lo que sea necesario.

No es que sea mi predicción, pero espero que sea así, porque las personas se están dando cuenta de que no es necesario estar en la oficina todo el tiempo, y eso va a favorecer que las empresas apuesten por espacios de oficina más divertidos para que los trabajadores deseen ir. De lo contrario, acabarán pensando que ya no tienen motivos para pasar tanto tiempo en la oficina. 

Eny Lee Parker: Para serte sincera, nunca he trabajado en una oficina antes. Cuando estuve estudiando mi posgrado, nos asignaron un espacio de oficina con mesas. Había una sala de reuniones y luego estaban nuestros espacios de trabajo. Era muy agradable y ofrecía flexibilidad —un lugar donde la gente iba y venía—, pero el diseño del espacio estaba muy dividido. Todos teníamos elementos personales en nuestras mesas y paredes, etc.   

Actualmente, trabajamos en un entorno más parecido a un estudio. Tengo una mesa negra grande que comparto con mi compañero John y, principalmente, la usamos para nuestros ordenadores. Hay bastante desorden. Es una superficie grande desde donde se ve todo el estudio. Es un estudio enorme y hay cosas por todas partes. Estamos siempre haciendo encaje de bolillos entre proyectos y pedidos, así que es complicado mantener el orden, pero hago todo lo que puedo.

Me encantaría que todo permaneciese pulcro y organizado —algo bastante difícil en el estudio—, así que me cuesta mucho concentrarme. Normalmente, intento trabajar desde casa o voy a un espacio de coworking donde no me distraiga con gente por todas partes. Solo tengo mi portátil y un café, así que casi que siento la necesidad de crear y limitarme a trabajar. Si estoy en casa y hay mucho ajetreo, tengo que lidiar con ello. En el estudio, me resulta fácil comprobar cómo van los proyectos, pero se trata más bien de gestión siempre, en lugar de una rutina que me gustaría mantener. 

Maximiliano Rosiles: He trabajado en una oficina y no me resultó inspirador porque, visualmente, no me parecía suficientemente estimulante. Necesito muchos estímulos para encontrar la inspiración. Mi mente sigue mi estado de ánimo y mi intuición. Trabajo constantemente en distintos medios y sectores. Tengo que sentirme siempre inspirado y estimulado, de modo que nada más me distraiga. Me gusta tener días bien estructurados en los que voy al estudio a hacer mi trabajo administrativo, pero estoy siempre pensando en proyectos diversos. Cuando trabajé para una empresa de confección textil gestionando la producción, estaba en una oficina donde me sentía demasiado apartado de todo. Me gusta que la planificación sea suficientemente abierta para poder colaborar con otras personas, pero también disponer de libertad para hacer mío el espacio.  

Chrissy Fehan de Pophouse: Trabajo en una oficina en un empleo de nueve a cinco. Concretamente, trabajo en Pophouse, una firma de interiorismo comercial con sede en Detroit, donde diseñamos oficinas, así que te diría que tengo muy buena concepción de las oficinas, pero cada una es distinta en función de cada paisaje, empresa y cultura corporativa. Cuando estoy en la oficina, me gusta centrarme en el trabajo verdaderamente colaborativo y en tareas que no se pueden llevar a cabo en casa. A lo largo de la pandemia, el panorama cambió de ir a la oficina 40 horas a la semana a ir cuando el trabajo era irremediablemente colaborativo. Todo por debajo de ese nivel, se hace en casa. Eso hace que todos los momentos de socialización tengan que ocurrir a la vez, y la cultura corporativa continúa creciendo y manifestándose de esa forma.

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P: Si pudieras organizar una cena con tres diseñadores, del pasado o del presente, ¿a quiénes invitarías?  

Bradley L Bowers: Zaha Hadid, Greg Lynn y Nina Simone.

Zaha Hadid es una persona que ha supuesto un antes y un después en el mundo de la arquitectura: está toda la arquitectura que existía antes de llegar ella y toda la que ha surgido después. No hay forma de obviarla en la historia, así que me encantaría poder tenerla presente. Además, según algunas entrevistas, se le da bien gastar bromas, así que creo que sería divertido.  

Greg Lynn es un arquitecto magnífico. Es un icono para mí. Me sirve de inspiración, quizás más que el trabajo de Zaha. Ha encontrado una forma de hablar sobre conceptos de alto nivel como la física y la arquitectura con un lenguaje que todo el mundo es capaz de entender sin sentirse inferior. Eso es lo que he intentado hacer a lo largo de toda mi carrera.   

Hay algunos músicos, cantantes o artistas capaces de transformar completamente algo que no era originalmente suyo, como Nina Simone. No va a interpretar arias ni realizar grandes ejecuciones vocales. No es Whitney Houston, pero cuando canta una pieza, es pura y te atrapa. Intento conseguir eso en mi trabajo. No intento conseguir la perfección, pero quiero mirarlo y poder decir “vale, transmite algo”.

Tener a esas tres personas a la mesa, conmigo pegado a la pared mirando, sería una fuente de energía. Sería algo explosivo, raro, loco y hasta gracioso. Sería impresionante.   

Brian Wooden: No me gustaría que fuese una sala solo con artistas o diseñadores visuales, porque creo que habría una gran lucha de egos. He trabajado con muchos artistas antes y no nos hemos llevado bien. Entonces, creo que elegiría artistas de disciplinas distintas.  

Probablemente sea algo obvio y un tópico, pero Picasso tendría que estar. Es un tópico por una razón. Sí, mi amigo Pablo estaría ahí por descontado.   

También un skater que se llama Rodney Mullen; es uno de los padres del skateboard. Inventó el kickflip y todo lo que hace que el skateboard sea lo que es. Tienes que ser un artista para saber hacer esas cosas con una tabla de madera en tus pies. Además, es un tipo muy dulce y afable. Sigue practicando skateboard actualmente, lo cual es una locura.   

La tercera persona sería John Kricfalusi, el tipo que se encargó de la animación de “Ren & Stimpy”. Creo que en el fondo de mi corazón soy animador porque me encanta escuchar hablar a los animadores. El lenguaje con el que describen su trabajo me resulta muy cercano.   

Eny Lee Parker: Isamu Noguchi, porque es brillante y ha trabajado con muchos artistas fantásticos.  

Xavier Corberó es un artista español increíble. Tiene una personalidad muy extravagante y me encanta su trabajo.  

Solange Knowles es magnífica porque hace de todo, desde la música hasta la puesta en escena, pasando por la producción y la composición. Su mente me parece verdaderamente cautivadora.   

No creo que cocinase para esta cena, pero sí me gustaría encargarme del servicio de la mesa. Seleccionaría todo, pero dejaría después que un profesional se ocupase de la comida y el vino. Tendría que ser en algún rincón bonito y discreto de Brooklyn.   

Maximiliano Rosiles: Si fuesen diseñadores, serían Charles O. Perry, Isamu Noguchi y Virgil Abloh. Si fuesen artistas, elegiría a Senga Nengudi, Jacob Lawrence y Doris Salcedo. La cena sería en casa, sin duda, con comida sin pretensiones como una pizza o unas alitas de pollo. Habría conversaciones y discusiones apasionadas.   

Chrissy Fehan de Pophouse: Los tres diseñadores con los que me encantaría cenar son Patricia Urquiola, por supuesto; Zaha Hadid; y Alessandro Michele, el director creativo de Gucci. Lo que me encanta de esta idea es tener a un icono de la arquitectura como Zaha; a Patricia, que ha diseñado de todo; y después, a Alessandro, un diseñador de Gucci tan vanguardista. Creo que la reunión sería absolutamente única, pero también muy divertida y desenfadada. Quizás no tanto una cena, sino salir a tomar una copa y bailar.

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